A DÓNDE VA LA CALAFIA 00??¡



Ibas durmiéndote y lo perdiste. Perdiste tu teléfono en una calafia que sale de y llega a 5 y 10; perdiste tu teléfono en el asiento de hasta atrás. ahí te sientas para que nadie te vea, y para poder verlos tú a todos. porque te gusta tener el control, motivo que explica el frío e inmenso terror que te invadió el pecho y la cabeza cuando te bajaste en el semáforo perpetuo, te tentaste los bolsillos y notaste un hoyo que no debería estar ahí, el hoyo de tu bolsillo derecho sin celular. Corriste detrás de la unidad, y aunque sientes cierta esperanza porque eras el último pasajero, sólo alcanzas a ver cómo la unidad desaparece en la distancia, tragada por los otros automóviles y el deficiente y creciente panorama urbano del ombligo de esta ciudad. Sólamente te quedas con el número de la unidad, al cual te aferras en las horas sucesivas, como una cuerda que se está rompiendo mientras te sostiene, un número que no es especial, salvo por el hecho de que dicho número indica el hoyo en tu bolsillo, el hoyo raro que antes no estaba ahí, que no estaba ahí al subirte: 00. Era la última unidad del día porque empezaba la noche, y todomundo sabe que de noche no hay calafias. Esa noche no podrás dormir. La pasarás en vela, esperando al sol, con los ojos inyectados en sangre y la mandíbula temblando aunque el calor sea insoportable, sudando con los ojos bien despiertos, pensando en el extraño hoyo y en tu celular perdido y en la Unidad 00 de las calafias rojas que dejan de pasar a partir de las 8 de la noche. Pensaste muchas cosas en tu insomnio: pensaste que se siente aislado no traer un celular, no sólo el hecho de haberlo perdido, sino la inconexión, la incomunicación en que te deja, es una sensación que era desconocida y que no quieres conocer. No puedes marcar sin celular. No puedes investigar un dato sospechoso. No puedes mandarle dinero a la gente. No puedes pelearte con la gente. No puedes enamorarte de la gente. Llegas lentamente a la conclusión de que no tener celular te hace sentir castrado, castrado de todo tu cuerpo. Entonces llega el día siguiente con su nuevo sol y tú ya vas camino a 5 y 10. Sabes la poca esperanza que existe de encontrarlo, porque aunque no fuera el último iPhone pro max, era tuyo, tenías ahí todo lo tuyo, tus claves, tus chats, tus libros, tus nudes y el jueguito pendejo de fútbol americano que jugabas cuando en el jale daba la hora de hacerte pendejo...y además, todo se puede vender, todo es dinero y valor y precio y recompensa...alguien venderá tu celular para poder comprar perico, o bubulubu, o chiva.  Alguien alucinará que mira al diablo porque tú perdiste el celular. Te bajas donde te bajaste ayer. Te acercas al hombre que anuncia las llegadas y salidas, "El Checador". En su mano tiene el tiempo, conoce el futuro y el pasado, las calafias que se han ido y las que están viniendo. Le preguntas por la "Unidad 00", te dice que pasará después de la 626...esperas la 626 hasta que la ves pasar, una calafia larga y verde. Llena. A partir de ahí, la 00 debería aparecer en cualquier momento...pero las calafias pasan y pasan y la 00 ni sus luces. Oscurece. Le vuelves a preguntar al checador, le dices que ya pasó la 626, y él te dice que debe ser la 626 de las moradas, las unidades exclusivas para damas. Le preguntas que cuando pasa ésa, te dice que antes de la última de las rojas, pero después del penúltimo taxi a Otay...no te queda otra cosa que la espera. Observas observas y piensas: no hay nada de particular con 5 y 10. No es una zona más caótica que cualquier otra. No es más peligrosa que cualquier otra. No es más rara que cualquier otra. Hemos creado (porque lo hemos querido crear) un mito alrededor de este lugar, pero cuando te permites observarlo, te das cuenta que todos nos mentimos. No es un lugar particular. Es sólamente una calle, y sólamente un puente que cruza esa calle, y un subterráneo que pasa abajo de la calle que está abajo del puente. Venden drogas, como en todos lados. Venden drogas hasta en Marketplace. Has comprado drogas en Marketplace. Has comprado droga aquí. Este ni siquiera es un lugar. No te darías cuenta de si es o no un lugar porque simplemente estás aquí y formas parte. Se hizo de noche. No pasó la 00. El checador ya no grita nombres de rutas. Está fumándose un cigarro en un puestito de dulces, platicando tranqui con la vendedora, quien también fuma. Ella parece mamá coco, él es un sencillo checador. Tampoco hay nada de particular en ellos. Le preguntas que si ya no va a pasar la 00. Él se lleva las manos a la frente, se está dando cuenta de que olvidó decirte un detallito. Jala del cigarro hasta apagarlo por completo y lo tira a la banqueta y lo pisa con una suavidad que parece incongruente, como si lo acariciara con la suela.

—Híjoles carnal, este...se me pasó decirte hace rato, es que como no te escuché bien, pensé que estabas esperando otra calafia...la 00 la sacaron de circulación, justo ayer al terminar su última vuelta. 

Ni siquiera sientes nada ante esta nueva información. Por ti como si hubiera dicho: LOS ASTEROIDES SE ESTÁN ERECTANDO EN LO MÁS ALTO DE LA BÓVEDA POR LO CUAL SE TE CERRÓ LA ESPINA. El checador siente que debería decirte algo más, por haberte hecho esperar toda una tarde en 5 y 10. Dice: 

—Pero mira, si de veras te urge, se la llevó un estatal al corralón. Aquí cerca, al lado de la Peni, ¿sabes llegar?

No sabes cómo pero llegaste ahí. Al lado de la Peni un corralón de carros que parece abandonado. Los carros también parecen abandonados. Están polveados por completo. Como cobijas cafeses muy finas defendiéndolos del tiempo. La Calafia 00 está hasta el fondo. También está llena de polvo, aunque entró apenas ayer. Alguien ha hecho de las suyas con el lienzo de la mugre acumulada: letras, números, dibujos obscenos. Sobre el cofre, en cursiva: ME MUERO DEL SUEÑO. En el mero centro de los parabrisas, donde antes se lucieran los letreros que decían La Curva-5y10, un enorme corazón suma dos nombres dentro: CHORI+CHATA. Alrededor hay, dibujados hasta el mínimo detalle, penes de todos los tipos, crecientes, caídos, etc. En el cristal del piloto escribieron: puto el que se suba. Subes por la puerta del chofer. La calafia es la misma por dentro, la misma que era cuando abandonaste aquí tu celular. Como si el tiempo nomás hubieras pasado por fuera. Adentro sientes un calor innatural. Revisas la guantera que se abre abajo del volante y sacas varias cosas. Una bolsita que almacena churros denegridos, otra de aluminio con piedritas como si fueran de sal, aunque sabes que no son de sal... una pistola con el negro desgastado, sin balas. Una licencia del IMOS a nombre de AMADOR...el apellido también se desgastó y ya no se lee. Ni rastro de lo que perdiste. Abres más compartimentos pero nada. Colillas de cigarro, tachuelas, tuercas, trapos viejos y tiezos, acuarelas miniatura de la vírgen, cargadores de bocinas...pero nada. Retrocedes porque quieres perspectiva...pero nada. Sobre el parabrisas un dibujo estilizado del guasón sonriendo, con un globo de diálogo que dice: MEJOR NI LE BUSQUES... Te volteas hacia el pasillo. Recuerdas exactamente el asiento donde ibas y lo miras y te acercas. Donde había un asiento ves ahora un hoyo. Un hoyo sobre el suelo en el lugar donde te habías sentado. Adentro del hoyo se ve negro, y no se mira nada aparte de lo negro. Volteas a ver alrededor, resistiéndote a asumir ningún detalle ni inventar teorías. No es nada más que un hoyo donde antes estaba un asiento. Observas los bordes, recortados con torpeza, torcidos, extraños. Entre ellos cabe una persona. Volteas a ver alrededor. No hay nadie. Volteas para adentro del hoyo. No hay nadie. A lo mejor es profundo. No hay nada que dejar caer que te permita comprobarlo. Si te dejaras caer dentro de él, sabrías cuán hondo está. ¿Podrías salir? ¿Verías la luz de arriba estando abajo? ¿Estará más o menos oscuro adentro?¿Cuánto tiempo llevas viendo el hoyo? ¿Cuánto tiempo lleva el hoyo viéndote? De repente la luz en el fondo. Es la luz de que llegó un mensaje. Es tu teléfono sonando con el ruido de mensaje. No están tan hondo como habías pensado. Alcanzas a ver que es un WhatsApp. Si estiras el brazo, repegado al suelo... Hay polvo muy fino que se deshace en tus manos. Llega un olor a ceniza, ceniza vieja, polvo de cigarro, amargo, agrio, penetrante, intenso. Tóxico. Y otras cosas largas y finas que quizá sean pelo. Grandes cantidades. Tu brazo tiene frío adentro del hoyo, hay un sentimiento de vacío, una ausencia que se siente enorme, en este adentro que parece que no acaba... Tocas la pantalla, pero antes tocas lo que está alrededor de la pantalla. Es el suelo del fondo del hoyo. No es una superficie dura. Se adapta al tacto, como agua demasiado densa que no moja pero mancha. El brazo lo tienes temblando. Enciendes la pantalla. Alguien te mandó un WhatsApp. Alguien que tiene tu nombre y tu foto. Cuando estás por leer el mensaje, alguien levanta la voz, afuera del hoyo. 

—¡BAJAN!

Y no había nadie más contigo en la calafia 00, pero en cuanto oyes el grito algo te jala, algo te jala hacia afuera del hoyo. Y entonces despiertas. Ibas durmiéndote. Volteas alrededor para reconocer que estás aquí. Que sigues en esta calafia. Que ya mero te vas a bajar. Que alguien gritó "Bajan" por ti. Tu celular se aferra a tu mano más que tu mano al celular, a punto de caer hacia el suelo perfectamente sólido debajo de tu asiento. Los hoyos fueron solo un sueño. Pronto bajarás en 5 y 10. 

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