Tengo ganas de lágrimas



El tiempo no perdona nada, mi niña...convierte tus lágrimas en cristal.

Ya no sé escribir. Las palabras me van diciendo adiós. Ojalá no vuelvan. Me siento tranquilo con que se hayan ido. Ya no le debo nada a las hojas en blanco, ni a mí. No estoy en deuda conmigo y eso es un gran alivio. Siempre he sido muy duro conmigo mismo, aunque también, no he sido lo suficientemente duro conmigo mismo. Es difícil desarrollar ese sentido que te permite saber cuándo es momento de ser serio, de preocuparte y estresarte. El estrés supongo que no es tan malo; significa que te importa. ¿Qué te importa? Quién sabe. Uno no elige lo que le importa, uno simplemente pasa a través de las cosas, y las cosas se pegan a uno. Me contagio de cosas, el virus del tiempo, el espacio patológico y los rostros reunidos de gente a la que amo. Cuando vuelvo a ver esos rostros, es como si una historia que sólo yo conozco se volviera real, porque pasa mi vida y dejo de ver a alguien (a mi novia, a mis amigos, a mis padres), y mi cerebro le da vueltas a la existencia de esa gente, y se me ocurre que a lo mejor ni existen. Luego los veo y existen, y es maravilloso. Volver a ver a alguien es volver a respirar. Somos valientes por aguantar tanto tiempo sin respirar, sin inhalar su sonrisa, y la voz que sale desde esa sonrisa. En ese sentido, si no te escucho hablar me parece que me quedé sordo. Y no me importa tanto, porque si no te escucho, ¿para qué necesito escuchar? Todo mi cuerpo está hecho para sentir el tuyo, es la verdad. Si tengo boca, como palabras, las mías y las tuyas, las mastico con ganas y me saben a lágrimas, me saben a un vacío que se va llenando poquito a poco, una espiral que resuelves y desenredas. Ahorita mis palabras ya volvieron a mis dedos, por eso puedo escribir ahorita. Si me preguntan, les diré que soy mudo. Me quedé sin aire y sin agua de aire. El 70 por ciento de tu cuerpo está hecho de agua. El 100 por ciento de esa agua son lágrimas. Hoy tengo ganas de lágrimas. Si lloro no hablo. Si lloro bébeme las lágrimas, mójate de mí. 

Quiero llorar mientras miro pinturas; quiero caerme y partirme la nuca. 


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