Está oscuro, es 31...algo va a pasar

Nadie nos invitó. Pero a nadie le importa. Esta es una de esas fiestas a las que nadie está invitado. Tiene un efecto de atracción magnético. Si te encuentras un portal mágico abierto en medio de la calle y no sabes en dónde acaba, es obvio que tienes que entrar. Me prometí, al principio de este año, no rechazar ningún portal mágico abierto a media calle (ir a más fiestas, hacer más desmadre, etc). Ser parte del desvergue es saludable, revitaliza el aguante que se tiene para soportar las chingaderas de esta vida, despresuriza, sincera, hace hablar con más verdad en la boca. También me propuse superar mi parón alcohólico, una abstinencia prolongada a lo largo de meses de enajenación sensorial y reflexiva, en la cual me volví una aburrida parodia de mí mismo. Quería reintegrarme en el rebaño. Creo que lo he conseguido más o menos decentemente. Ayer, bueno antier si somos estrictos, desde antier que ocurre una cosa extraordinaria, una fiesta que significa algo en mi vida, un escalofrío de darse cuenta y la iluminación, traer los ojos alumbrados porque aprendieron a ver. Nadie me invitó a esta fiesta que hubo el viernes pasado. Yo iba pintado de catrín porque en el trabajo hubo un concurso al que me animaron que participara y en el cual no gané. Pero la pintura quedó perrona y así anduve todo el día. Llegué al centro y como salimos más temprano del trabajo por lo del transporte público y halloween blablabla, el SITT iba a tardar más, un chingo más en pasar. Yo intenté distraerme con música, pero no me siento cómodo escuchando música en la calle, porque en la calle es muy probable que te hablen extraños, y siempre es mejor responder. Pasó un taxista delante de la parada del SITT y riéndose me preguntó, ¿estás vivo, o muerto? Y yo sin reírme, respondí: la neta, ya ni sé, jefe. Y él se rio todavía más fuerte y aceleró para desaparecer. Debí ver aquello como el oscuro presagio que seguramente era, y no como un acicate para mi sentido del desenfreno. Yo iba a ir a una fiesta para morir y volver a la vida. Seguí esperando con mi cara y mi cuerpo de pendejo (cuando decimos que alguien "tiene su cara de pendejo" lo que queremos decir es que tiene su cuerpo, su postura, en resumen toda su anatomía de pendejo; de pendejo no se puede tener nomás la cara, sino que todo el organismo colabora y pone lo mejor de sí para conseguir aparecer esta impresión de que invariablemente estás mirando a un digno representante de la especie de "los pendejos", ahora imaginémonos a uno de estos pendejos y que además de ya parecerlo, no conforme con parecerlo, se pintarrajea, se ha dejado pintarrajear la cara con motivos de muerte prehispánica y colonial, bueno, dado tal extraño y tan específico caso, ¿qué estaríamos mirando exactamente? ¿seguiría siendo, ese a quien miramos, un "pendejo" a secas? Seguramente se trate de un nuevo, no descubierto ni bien ponderado pendejo, una subclase de pendejo, un tipo de pendejez que se ha obsesionado con uno solo de los rasgos  del carácter pendejil y lo ha amplificado hasta que este absorbió todo el espectro de lo que consideramos como pendejez!), se hacía tarde y el SITT no pasaba, crecía la desesperación a viva vista...el ramito de campasúchiles lo había arrugado de tanto estrujarlo, y estoy seguro de que en ese momento yo tenía el aspecto, además de pendejo, de novio despechado, de plantado en el altar con su ramito de flores agüitadas entre los puños...Al cabo pasaron unos LGBTS que me chulearon mi diseño de no sé qué vergas, y me invitaron con ellos a un concurso de "putidisfraz" que iba a haber cerca de ahí. Yo, enloquecido por la atención de tantos y tan exóticos extraños, claramente orgasmeado de vanidad y de interés por experimentar mi vida desde ángulos nuevos y diferentes, accedí sin miramientos a lo que se convertiría en una noche de absoluta dejadez, de soltar el cuerpo en el remolino de las sustancias y las sensaciones,de dormirme en la hipnosis, etcétera...storytime

Los entornos LGBTS  me resultaron extremadamente cómodos, quizá debí sentirme o actuar más avergonzado de mi apariencia escandalosamente cis-hetero, pero en ningún momento me sentí obligado a ello por la actitud de con quienes estaba y que me rodeaban de colores y de plumas glamurosas y que me hacían sentir aceptado y valioso por traer pintada una calaca encima de la cara. Pero ya es hora de admitir que los LGBTS son los grandes campeones de la apariencia. La apariencia es importante, es demasiado importante. Los hombres mexicanos de este siglo carecemos de referentes valiosos para nosotros en cuestiones de moda y de belleza. ¡Está negra nuestra noche de los outfits! ¡Ni una sola estrella qué seguir, Diosito! ¡Ni un solo lucero al qué acudir en busca de un "a dónde"...! Pero yo, ahora mismo, desde este lunes, desde esta oficina, me declaro seguidor no de la especificidad de la moda LGBT (porque la verdad, y tal como uno de ellos amablemente me explicó, es que existen muchísimas modas chiquitas adentro de la gran moda LGBT), sino de su espíritu de confianza en la apariencia, de su exhuberancia, de su porte abundante y feroz. ¡Ellos sí que saben lo que significa la palabra "enseñar"! ¡Cómo han hecho de enseñar el culo un arte! Doy ahora gracias al Dios LGBT porque me ha abierto los ojos con cariño y me los ha tallado de prejuicios, me ha curado de mi estigma, de mi recelo en contra de toda apariencia, de mi hositilidad hacia la apariencia, de mi negación de la apariencia como uno de los grandes problemas. Los LGBTS me hicieron que mirara todo esto, y además sin decírmelo directamente: la magia de la apariencia es que se explica sola y vive más allá de las palabras. El estilo que tienen a la hora de bailar, de caminar, de usar, en resumen, el cuerpo para existir y expresar su existencia, es algo envidiable para cualquier sensual. Creo que lo que más ondeado me dejó (y que todavía me tiene ondeado) es que me parece haber encontrado en ellos, en sus actitudes y su filosofía, finalmente una cofradía de sensuales, de otros sensuales como yo! ¡Ya no me encuentro solo en mi sensualidad! Sus cocteles también son creativos, no revelaré los nombres porque es algo, una parte de su cultura que debe descubrirse en primera persona, no en segunda ni tercera. Hasta su embriaguez es superior. El concurso de putidisfraz, en el cual no tenía ninguna perra posibilidad de acceder a los primeros lugares, se transformó rápidamente en una fiesta, una especie de fest del putidisfraz... Yo seguía viéndome igual de fuera de lugar que en el concurso, pero no por ello dejé de estar ahí, después de un viaje extraño en un BMW Azul Rey que nunca supimos de quién era ni quién manejó hasta el Rubí porque íbamos como 8 cabrones arriba y no se miraba ni a quien tenías a tu lado. La fiesta era probablemente del hijo de un empresario, de alguien con dinero, y eso lo sé porque la envidia me invadió al entrar y verles el jardín, cuidado, creativo, verde y perfecto, y el patio que era de pasto (como un Edén chiquitito), la fachada barroca de la entrada, y el aroma, ese aroma como a limpio y a caro, a limpieza que costó mucho dinero por todo el lugar, más allá del alcohol y la evidente mota, y del aroma dulzón del sudor, siempre detrás de estos otros aromas, una fiesta con gente cara, de gente terriblemente costosa...inmediatamente acuden aquí el marxismo y su despliegue de debilidades de clase, como si el marxismo fuese mi padrino de ansiedad y, cada que yo me conflictuase con algún aspecto del mundo, Marx me acariciaba con sus grandes manos de padre amoroso y desmenuzaba mi miedo en aforismos, ´pequeñas frases lapidarias y comunistas que invocaban una especie de escudo alrededor de mi subjetividad y me defendían del mundo, pero esta vez sentí la mano de Marx sobre mi nuca como una mano ajena e incómoda, como la mano de un seductor y de un experto manipulador de sospechosas intenciones , y este por norma habría sido el momento en que yo, ya sin guardia qué bajar o qué subir, me rindo y renuncio y me ausento, ausente de los otros y de mí, no disponible para nadie. Eso hubiera pasado en cualquier otra fiesta...aaaaaaaaaaa, las otras fiestas, las fiestas de mi vida son escasas, mas no inexistentes; son de hecho suficientes para dividirlas por bloques. 

Hay distintas épocas de la fiesta en mi vida. La época de la preparatoria, en esos tiempos ni siquiera probaba el alcohol, me intoxicaba con el puro contexto, por más que esto suene a mamada, juro que en mi mente era real, juro que en mi cuerpo lo sentía: yo estaba enervado por mi propia inercia, por mi confianza en mí mismo y en mi capacidad de decir pendejadas sin cansarme, de arrojar chingaderas al azar como teorías o hipótesis sobre las pendejadas más diversas...me entrené en esa capacidad, en ese rol, y fui rápidamente aceptado por mis compañeros de autodestrucción como un añadido curioso a sus paisajes, el nerd flaquito y hablador que se la pasa diciendo mamadas en la esquina...una vez llegué a tomar café en una de estas fiestas, que también era, por cierto, en una casa cara. Fue una buena época, inocente y limpia, como los (poquísimos) recuerdos luminosos de la infancia. Fue un tiempo del cual sin problemas soy capaz de decir: fui yo; yo era ése. Luego pasamos de forma abrupta a las fiestas del período Luceril (2017-2023), el cual se subdivide a su vez en estratos...pero hagamos un condensado general de ese período, y digamos que inauguró en mí, en mi cuerpo, el gusto por los enervantes, el gozo en la disolución de los sentidos. Es en estos tiempos que comienza en mí el consumo de la mota, del alcohol, los hongos y los ácidos. Es, digámoslo así, la Era Psicotrópica, que entrelaza dos de mis más grandes picos como ser humano: mi trío amistoso (que jamás, por más que lo intentamos, logró convertirse en trío sexual) con Danny y con Maycott y el momento de mayor éxtasis y madurez en mi noviazgo con Lucero. La fiesta capital de este período es fácil de elegir, y hasta hay documentos fotográficos y físicos  que existen nada más para guardarle recuerdo: el cumpleaños 22 de Lucero, la fiesta en su casa, fueron mis amigos y fueron sus amigos, y es una fecha que me hace feliz recordar y que me hace sentirme orgulloso de cómo viví mi juventud (y que también me hace sentirme orgulloso de cómo la desperdicié, pues existen muchísimas maneras, unas mejores que otras, de desperdiciar la juventud, y yo decidí desperdiciarla en el amor, y en el desenfreno, en la exageración de mi capacidad para sentir y hacer sentir a los demás cosas buenas y malas). Ese período es especial, pues se encuentra todavía teñido con la inocencia fresca de una ignorancia y una niñez que no había abandonado del todo nuestros cuerpos ni mentes. Ahora damos un gran salto (ignorando el olvidable período de las fiestas post-Lucero) hacia los dominios de Angélica Vega. La palabra dominios no es ninguna casualidad, porque habla de la naturaleza de mi relación con ella, y por lo tanto, de la naturaleza de nuestras fiestas... Angélica me hizo darme cuenta de mi enorme pasión por las mujeres que son autoritarias, por las mujeres brutales, que se dejan llevar por los celos, que reclaman y que exigen para sí lo mejor y lo peor que tengo yo para darles. Las que exigen que me quede yo sin nada por haberles dado todo. ¡A mí me gustan muchísimo de esas! Con Lucero yo no era consciente de nada de esto, aunque operase al fondo de manera oscura y dirigiese nuestra relación, no fue sino hasta Angélica, hasta su manera de casi acosarme y de entablar contacto, que mi naturaleza fue limpiándose de polvo y telaraña: la sensualidad de la que yo soy presa está nacida en la pasión violenta, en el dominio, en la posesión, pero yo no tengo en ella el rol del que es dominador, del que dirige: yo ansío ser dirigido y dominado, anhelo, en lo más hondo de mí, la esclavitud (¡al menos la esclavitud en una de sus formas!). No daré detalles del infierno delicioso que pasé a su lado durante casi un año, pero sí puedo hablar de ella en relación a mi periodización de las pedas como manera de entenderme y de inclinarme hacia la verdad de lo que soy yo por dentro. Pues bien: la fiesta capital de la Era Angelical ocurre en Febrero de este mismo año, y es significativa para mí porque cerró el pacto mío y de ella, fue la capitulación de nuestra entrega irracional y despiada al otro. Había invitado a su ex, había invitado a tres weyes que le tiraban la onda abiertamente, y lo que a nosotros nos excitaba era que nuestra relación era secreta, nuestro ingrediente secreto era el secreto en sí. No fotos, no comentarios en las fotos, no etiquetas. Ni siquiera nos seguíamos. Ni siquiera nos hablábamos por redes!!!!  (Y obviamente me tenía prohibidio mencionarla en este blog; ahora que ya no está, la prohibición tampoco) Entonces aparezco yo en su casa gigantesca, y ella está cumpliendo los 28 años, y se siente melancólica, se siente miserable, y el hecho de que llegue yo no la hace sentirse en la obligación de dejar de ser y sentirse mísera para agradarme, para no repelerme con sus sentimientos más pesados y más negros, sino que la incita a ser todavía más miserable, a ser todavía más triste, porque sabe que yo busco eso de ella, porque nos prometimos en la calle enseñarnos nada más que eso, las fracturas, estamos fracturados y quiero amor lo que de ti está roto, quiere enamorarme amor de tus pedazos, ¡démosle la vuelta a lo que es el amor! Llegué tarde a su fiesta, tardé un chingo de tiempo en encontrarla, estaba en su cocina con dos de los tres weyes que se la querían comer, traía una lata de Indio vacía en la mano, fingía escucharlos (el chiste era, me contó más de noche, ridiculizarlos a través de exagerar su interés en ellos, como si escuchara a niños que en el fondo no dicen sino chingaderas) y me aparecí sabiendo exactamente lo que yo tenía que hacer, la forma exacta de besarla de repente, el punto exacto de las sombras desde el cual surgir, la duración exacta del beso que iba a darle...y la cara de esos weyes al escuchar y oír la música del beso...no volví a verlos en toda la noche, y Angélica, todavía más de noche esa vez, mientras me cogía en su carro se detuvo de la nada y se empezó a reir así desquiciantemente, y yo de ¿qué chingados? ¿quiere que también me ría? Ya me estaba riendo yo con ella cuando confesó: ¡por eso te amo, pendejo, por eso nos tenemos tanto amor! Y alcanzó su celular de su pantalón hecho bola abajo del asiento, y buscó los perfiles de los weyes que se la querían comer, y ahora nada más decía: Usuario de Instagram, y los dos nos reímos mucho después de eso, y no terminamos de hacer el amor porque empezamos a quemar, y se quedó abrazada de mi brazo hasta que ese brazo se me durmió. Suena hasta cruel ahora que lo escribo. ¿Para qué negar la crueldad de todo ese suceso? Fue precisamente la crueldad de ambos sumada lo que endulzó tanto esa experiencia. Ella y yo nos reconocimos en esa parte del otro. Nuestro amor se encontraba mediado por nuestras ganas de joder, de importunar, de llevar la contraria a todos los otros por el puro placer del conflicto. Pero lo que más me hace acordarme de esa noche, y estar parado una y otra vez, en sueños y despierto adentro de esa noche, es que juramos ella y yo sernos infieles. Nos juramos deslealtad, y la constante búsqueda de renovados placeres sensoriales fuera de nuestro vínculo secreto. Ella incluso llegó a planear una extraña manera de doble amor: ella se enamoraría de otro al cual presentaría en sociedad como su novio, el público, el oficial, pero yo seguiría operando, subterráneamente, como el verdadero dueño de su corazón y de su sangre...y de ahí, que fuera lo que Dios quisiera...evidentemente aquello no llegó a pasar, evidentemente Dios no quiso. No sé qué haya sido de ella, y no voy a engañar a nadie diciendo que no espero que esté leyendo esto, aunque se burle de mí y de mi desesperación por ser visto por ella, por ser por ella de reojo mirado, aunque fuera aparecerme en la orilla de sus ojos, en su vista periférica, en lo que cree haber visto sin estar segura, sin poder jurar que me vio y que fui yo lo que vio!!! Honestamente al fondo de esta storytime de halloween (podemos llamarle el "especial de terror") no late nada más que el hambre por una nueva manera de locura entre los dos, aunque esté muerto, aunque lo hallemos todo asesinado y enterrado lejos de nuestros pies...no le he dedicado su tiempo a mi luto por Angélica porque pensaba que el de Lucero era demasiado reciente, le herida estaba fresca todavía, le tenía demasiado respeto a su recuerdo como para permitirme empezar a recordar a Angélica...pero ahora Angélica se va volviendo transparente, ahora se me va borrando su silueta de las manos, ahora que mis caricias vuelven a ser manos, y que mis besos ya son otra vez palabras, y que mi cuerpo ya no alcanza a ser sintonizado por su cuerpo, por la señal vibrante y glamurosa de su cuerpo, ahora es cuando empiezo a recordar, ahora es cuando el hongo del pasado, el gran zancudo que se llama ayer revolotea por mi aire alrededor y amenaza nuevamente mi piel clavada a su aguijón, chupada por su sed de vida roja y líquida. Empieza nuevamente la debilidad de mi presente por alargar la agonía de un pasado egoísta al morir, agónico, enseñoreado sobre su propia agonía, deseoso de atención aun a punto de desaperecer, quiere que le tomen foto al momento exacto en el que desaparece para siempre para que quede constancia del enorme y nuevo hueco que ahora se abre en medio de la realidad porque ella hace falta y porque ella no está y se niega a estar!!! Durante tristezas como esta, pienso en una letra de Miguel y Miguel: "Agua que miras correr, déjala no la detengas"...pero qué irresistible es la sed de las manos, las ganas de las manos por agarrar aunque fuera un pedazo de agua!! Eventualmente esta agua se hará más grande porque contendrá mis lágrimas, todo mi hondo y tan quieto llorar se sumará a lo rápido y grosero de este río, río que siempre corre que es Angélica. En Mercurio tengo escrita una de las pocas frases que sé que por más que corrija y cambie esa novela, ese pasaje permanecerá tal como está siempre ahí, y ahora sé que esa frase, esa descripción, eso de lo que habla, se llama Angélica: 

Constante sentimiento de ser nube. Una de esas enlineadas en el cielo, ¿sabes de cuáles digo? sabes. Las has visto. De las que parece que mañana seguirán ahí. Pero en ese momento, mientras las miras, están desapareciendo. Una nieve angelical, con un contorno bien delimitado que la separa del cielo, y que olvidas que a ese hielo lo derrite el viento y casi sientes que, si subes y le tiendes los dedos, lo tocarás. Pero cuando lo acaricias, descubres que no es más que…un lugar de nada, una neblina que nada se ve, una neblina en que todo se va. De eso hablo. Me toco y me siento así; me toco, y no halla caricia mi mano. Y yo sé que no vengo del agua, que no me evaporé corriendo como si ribera. Como si la forma me la hubieran dado los suspiros de los seres, pero que ellos, al verme, no les recuerde a nada, y no suspirasen de verme, ni me reconociesen suya. Como si pensaran que yo salí de las fábricas, que fui escupida por sus chimeneas, que soy como una especie de anti-aire. Oscura, aérea, sin lluvia, vagando sonámbula y larga. Soy la nube a la que no hallaste forma, que olvidaste. Soy la nube cuya forma descubriste cuando ya no estaba.   —Mercurio entre las patas, manuscrito inédito e inacabado.

En la fiesta pensé de la nada en esas palabras que un día escribí, y de esas palabras pasé a pensar en Angélica, y lo entendí: Angélica tú fuiste mi nube enlineada, ya te barrió el viento y ya te quemó el sol, y qué feliz estoy de que no estés, qué seguro me siento de todo lo que tú me diste y no me pediste al irte, de todos los regalos que le hiciste a mi persona, del muñeloco que te costó siete monedas de cinco, gracias, gracias, gracias por toda tú, por haberme superado, por haber rebasado mi cuerpo con tu cuerpo y mi mente con tu mente, gracias, Angélica, por destruirme y por darme la oportunidad de hacerme otra vez, más a medida, más al uso de los tiempos que se vienen, que ya están llegando, ¡¡¡¡¡¡GRACIASS!!!!!!

Te digo adiós, amor, y no estoy triste.
Gracias, mi amor, por lo que ya me has dado,
un solo beso lento y prolongado
que se truncó en dolor cuando partiste.

No supiste entender, no comprendiste
que era un amor final, desesperado,
ni intentaste arrancarme de tu lado
cuando con duro corazón me heriste.

Lloré tanto aquel día que no quiero
pensar que el mismo sufrimiento espero
cada vez que en tu vida reaparece

ese amor que al negarlo te ilumina.
Tu luz es él cuando mi luz decrece,
tu solo amor cuando mi amor declina.
—Te digo adiós, amor, Rafael Alberti


Durante esta misma fiesta LGBT de la que intento y no consigo hablar me di cuenta de todo lo mucho que yo la extrañaba, del nudo que estaba hecho mi pecho. Durante esta fiesta del viernes recién fue que pude al fin desenredar el nudo. ¿Cuándo podemos estar seguros de decir haber superado un amor?   Cuando podemos recordarlo sin herirnos, y podemos proyectar sus luces y sus sombras sin hacer muecas raras, ni sentir incomodidad ante el pasado claro y puro que queda como recuerdo de todo amor. El amor se graba dolorosamente en la memoria, por eso tenemos tantos problemas con el amor, por eso es un tema tabú. Hablar del verdadero amor es un tabú. La estela que deja el amor, y que muchos toman como la sustancia y esencia del amor (cuando no es nada más que sus restos, su sombra...lo que sobró, el despojo...), es necesario enfrentársele. Y no hablo de pelearse con ella, sino de literal ponerse enfrente, con los ojos bien abiertos y deseando ver. El viernes pasado me vi cara a cara con mi amor por Angélica, con mi dolor, mi nostalgia sexual y emocional por Angélica. Me reconocí en mi soledad, me identifiqué como uno que está solo, y fui libre. Desamor: nostalgia por nuestras cadenas, nostalgia por los viejos carceleros. ¡¡Pero he cumplido la condena del amor!! ¡¡¡¡¡He sobrevivido al sacrificio del amor!!!! Si mi país es un país católico, y lo más católico que existe es sufrir, y el sufrimiento más grande es y será para siempre el del crucificado, y la más grande tristeza acerca del crucificado es que sólamente es capaz de soportar el peso de la cruz porque ha aprendido a amar la cruz, y los clavos que a ella lo atan, y esta forma de amor se renueva y se revitaliza a base de hacerse sufrir, ¿no estamos en la obligación nosotros, los sensuales, los (poli)amorosos, de buscar un sacrificio alternativo, un símbolo nuevo, un nuevo santo que enaltezca el apetito y la felicidad? ¿Un antimártir? ¿Un anticristo? Un dios que levante los brazos, que mire al cielo en ánimo de desafío, y no de sumisión. Un Dios LGBT, ¿por qué no? ¿Quién dice que no? ¡¡No escucho al que dice que no!! El nuevo Dios lo conocí en la fiesta de este viernes. No tiene nombre (no lo han bautizado, no sabe lo que significa "Registro civil"), tiene varios cuerpos, sus reglas se las sabe todo el mundo porque cada cuerpo las contiene. Este Dios no solo baila sin saber bailar, también se guacarea en las plantas del dueño de la casa, y rompe los focos con el puño, y se baña de brillos de colores mientras quema, y dice groserías como palabras normales pero sin que las groserías pierdan su violencia, y este Dios trabaja mañana temprano, mañana sábado temprano, pues se sabe que para ser un Dios hay que ser, de alguna forma, omnipresente, y la nueva omnipresencia de este dios es que entiende la naturaleza individuada de todos los espacios, empatiza con cada espacio que habita, y se adapta, y se amolda, porque su carne es flexible y rebosa de colágeno perpetuo, este nuevo Dios es un cambiante, un nahual, es muchas cosas él solito, y le quedan chicas todas las palabras! Este nuevo Dios trabaja, se droga, estudia, va al gimnasio de su patio de enfrente, este nuevo Dios es buen hermano y un mal hijo. Okay, ahora hablando como una persona normal, la idea de este nuevo Dios me la puso enfrente uno de estos LGBTS sagrados que se hicieron mis amigos esa noche. Unos eran gays, otros transexuales, lesbianas, etc...pero lo curioso de este nuevo Dios del que vengo hablando es que, como venía disfrazado(e?) de luchador(e?) de lucha libre (un luchador de lucha libre muy sensual y en contacto, muy consciente de su propia desnudez) no pude verle la cara, apenas se le oía la voz, pusieron un reggateton que yo jamás había escuchado y que hablaba de funar a individuos masivamente (recuerdo muy claro que hablaba de la funa masiva como una campaña de vacunación moral, de inyección de anticuerpos sociales en el organismo social para purgar y mantener alerta todas nuestras defensas de maneras de pensar machistas o misóginas) y él me habló, no sé si llorando (sonaba como que lloraba) de su vida como persona disidente, de lo difícil que es realmente crecer con todos estos pensamientos invalidantes adentro de tu cabeza, que hayas aprendido a pensar y a juzgar según un sistema de valores que te considera a ti y a tu gusto y a la expresión de todo lo que eres como una desviación..."no es fácil crecer creyendo que eres un error"...yo siempre me imaginé que lo más difícil de ser LGBT sería el afuera, el cómo te tratan, el cómo te perciben, pero parece que lo peor, en la mayoría de casos, es cómo tú te tratas, cómo tú te percibes...vivir adentro de tu piel, el daño psicológico de crecer con los prejuicios internalizados, de ver tu desarrollo sexual torcido y adulterado por tantas manos sucias y ajenas, yo ni siquiera tengo herramientas lógicas o cognitivas para imaginarme un simulacro de este tipo de sufrimiento, jamás había pesando seriamente en la cuestión LGBTQI+, y sin embargo este desconocido (ni siquiera nos dijimos nuestros nombres) en esta fiesta de extraños me abrió los ojos (rojos de pachecos) a la exhuberancia y luz que emerge desde tanta oscuridad, ¡ellos, sobre todo, pueden enseñar a amar, a amar peleando, a sufrir amando y a amarse sin sufrir! Yo jamás me he topado con obstáculos para mi amor, ¿qué derecho tengo entonces de sentirme como víctima, de hacerme el que sufre? Ninguno, wey, ninguno en absoluto. Ahora sé que yo no sé lo que es olvido, lo que es pasado ni tristeza. Lo que he vivido está muerto. ¡Es la hora de soltar todos los pesos! !Es la alarma de la más grande alegría! El volcán ya se quedó dormido; la nube se ha disuelto para siempre, ¿qué milagro viene caminando hacia conmigo? Mi vida vale y seguirá valiendo todas las penas de este mundo, mientras yo pueda hacerme esta pregunta. 

No sé qué más hice en esa fiesta. No me acuerdo de qué más hice. Pero estoy seguro que si no me acuerdo es porque no importa. Me acuerdo de mi nuevo Dios-luchador. Me acuerdo que después de haber hablado por horas conmigo se fue a coger con una conejita trans al baño del patio de atrás. me acuerdo que me invitó, me acuerdo que lo rechacé. Me acuerdo que no nos dimos nuestros nombres, y que eso lo ha vuelto sagrado para mí. Es una persona, una experiencia a la cual no puedo ponerle palabras. Y si le he puesto todas estas palabras alrededor es nada más para cercarlo, para que no se me vayan los detalles, para tenerlo fijo en mi pared existencial como un suceso que ha operado cambios para bien, para mejor en toda mi persona. Para acordarme de que no se me ha acabado el amor, que el amor no se le acaba a nadie, que es un recurso renovable y ecológico, que aunque a veces el pozo se seca, somos libres de escarvar en otra parte, somos libres de encontrar un nuevo amor, porque el amor está hecho de nosotros, de nuestra propia vida, y cuando accedemos a ser muchos, a dejar atrás el uno, así se multiplica nuestro amor, y ése que era amor y estaba en riesgo de quedarse solo, ese mismo amor ahora son amores, y nunca va a quedarse solo. 

Ahora me sé como el Guerrero más tronado que hay en los ejércitos de Dios. Soy su Guerrero más valiente y que debió haber muerto en las primeras sangres. Pero aquí voy a seguir viviendo para morir al frente de todas las líneas, expuesto a todos los fuegos, ofrecido a cada filo y cada furia. !Ea! !Fierro! ¿A qué hora empieza la sangre? ¿No era esto Halloween, después de todo? ¿No caminan entre nos los muertos? ¿Y no suben nuestros muertos del Mictlán? Asumiré mi pintura y mi apariencia, me convertiré en el muerto, y voy a celebrar mi día, y voy a ponerme mi altar, y regresaré para jalar las patas de aquellos a quien quiero, y seré culpable de todos los escalofríos, y se van a persignar al presentir mi roce, y harán con los dedos la seña de la cruz, y yo no me iré de ellos, yo no me iré jamás. 



Comentarios

  1. cuando entiendas que yo lo que quiero de ti es tu verga y no tu pinche inteligencia dejarás de sufrir por tantas mamadas imaginarias we...por cierto al chile yo pa qué quiero la inteligencia de alguien menos inteligente que yo? Jajajjajaj ubícate paro

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    1. en verdad creo que no eres consciente de todo el dolor que soy capaz de atravesar para llegar a cualquier cosa que tenga que ver contigo, no me interesa nada más, esclavitud

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